Niña descendiente de denisovanos en Filipinas.
El descubrimiento por parte de arqueólogos rusos de los restos de un homínido extinto mientras escavaban la cueva Denisova en el sur de Siberia (Federación de Rusia) en 2008 creó sensación en los círculos científicos. La secuenciación del ADN nuclear extraído de un dedo de 30.000 años de antigüedad ponía de manifiesto que el homínido de Denisova no era ni un neanderthalensis ni un sapiens, sino un homínido nuevo.
Trazas del ADN denisovano se pueden encontrar hoy día en personas vivas.
La comparación del ADN de estos sapiens con el de los homínidos siberianos ayuda a reconstruir la ruta de las poblaciones humanas que se asentaron en Asia hace más de 44.000 años.
El ADN de los denisovanos es tan fácilmente reconocible que puede usarse para rastrear la dispersión de los sapiens. Y esto es lo que ha hecho un grupo de investigadores encabezados por David Reich, de la Universidad de Harvard, que publican sus resultados en el American Journal of Human Genetics. Los homínidos de Denisova legaron material genético no sólo a la población de la actual Nueva Guinea, sino también a los aborígenes australianos y a algunos grupos de Filipinas.
En el estudio que nos ocupa los investigadores analizaron los genomas de 33 poblaciones que viven en el Sureste asiático y Oceanía hoy día, específicamente de Borneo, Fiyi, Indonesia, Malasia, Australia, Filipinas, Papúa Nueva Guinea y Polinesia.
La comparación de los genomas llevó a descubrir que los homínidos de Denisova aportaron material genético no sólo a los actuales habitantes de Nueva Guinea sino también a los aborígenes australianos, a los mamanwa y a otras poblaciones de la parte más oriental del Sureste asiático.
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