sábado, 16 de febrero de 2013

En las estepas de Siberia


Para las tribus nómadas que vivían en esta enorme extensión territorial, no era Siberia sino Kanun Kotan, la tierra de los dioses malignos.
La casi impenetrable floresta, el frío capaz de quebrar el hierro y convertir la madera en piedra, y las piezas de basalto con formas extrañas causaban el terror entre los nómadas.

Los nómadas temían su tierra en vez de amarla, pues bajo las profundidades de esta región se creía que vivía Erlik Khan, el dios de la oscuridad eterna y de la frialdad, en guerra constante con la única deidad benévola, el cielo azul.
Rumores de estas lejanas y sobrecogedoras tierras llegaron a los oídos de las culturas mediterráneas y semíticas, que no dudaron en identificarlas con los reinos apocalípticos de Gog y Magog (Gog, Europa del Este; Magot, Asia al Norte de Persia), circulando la leyenda de que Alejandro Magno (Dhu al- Qarnayn) había edificado una gran muralla para defender al mundo contra las hordas de salvajes al otro lado. Algún cataclismo habría producido un desplome que permitió la salida de estas huestes, dislocando los imperios occidentales.



Invasión mongol 

La gente que no tiene conocimientos ni información fidedigna (sólo rumores) explica los hechos mediante leyendas.

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