martes, 10 de julio de 2012

La pirámide perdida

La pirámide de Keops fue construída unos pocos años antes y estaba cubierta de una fina capa calcárea blanca y su vértice era dorado. Las fachadas estaban orientadas, con precisión, hacia los puntos cardinales.
Hacia el año 4.556 al presente, en Egipto el faraón Djedefra (hijo y heredero de Keops) mandó construir una pirámide con más altura y magnificencia aún que la de su padre.
Esta pirámide superaba en 7,62 metros de altura a la de Keops, que tiene 146 metros. Cada una de las caras, en su base, medían 122 metros y el ángulo de inclinación era de 64 grados, si bien una variación impidió que se colapsara.

La pirámide estaba recubierta de granito pulido y por una aleación de oro, plata y cobre que brillaban al sol en señal de poder.
El material llegaba desde 800 kilómetros de distancia por el Nilo y alcanzó Abu Rawash a través de grandes canalones. Allí, utilizando una dura piedra de dolerita, se partían los bloques, a los que daban la forma precisa con una especie de sierra de cobre con el filo de cuarzo.
Cada una de las piezas de ese inmenso puzzle pesaba hasta 25 toneladas y se necesitaban hasta 370 personas para moverla.

La mayoría de los trabajadores que llegaron a Abu Rawash, unos 15.000 en los ocho años que duró la construcción, fueron agricultores que realizaban este trabajo cuando las crecidas del Nilo inundaba sus tierras de cultivo.

No sobrevivió porque fue desmantelada para construir los edificios de la ciudad de El Cairo.

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